Por Laureano Debat
Nunca se agotan las posibilidades a la hora de imaginarnos cuál sería la primera pregunta que nos haría un extraterrestre durante una hipotética visita a nuestro planeta. José María Jiménez lo tiene claro: nos preguntaría por qué se llama Planeta Tierra cuando debería llamarse Planeta Agua. Es que si desnaturalizamos durante un momento nuestra concepción planetaria, resulta bastante extraño que esté cubierto en un 70 por ciento de una cosa y lo que le dé el nombre sea el 30 por ciento de la otra.
Pero mucho más extraño es que de toda esa gran superficie de agua que nos rodea solo conozcamos entre un 5 y un 7 por ciento. “La parte más conocida es la que está cercana a las costas y a los puertos, pero no conocemos casi nada. Dependemos del mar y siempre hemos estado de espaldas a él. Lo hemos usado para el transporte pero nunca nos hemos interesado por lo que hay debajo, porque es como si fuera otro planeta”, dice José María Jiménez, el hidrógrafo que encabeza el proyecto ICTYS, una iniciativa a través de la cual se está construyendo una plataforma de superficie no tripulada para la obtención de datos acuáticos. Y con la idea de que sea válida tanto para el mar como para aguas interiores.
Dentro del programa de residencias de Etopia, el equipo que encabeza Jiménez junto a Enrique Lamana, que viene de la electrónica y del pilotaje de drones, y Miguel Rodríguez, que se encarga de preparar las piezas y la mano de obra, está armando un barco equipado con sensores y sondas que se desplazará a control remoto, a través de una ruta planificada. Y que ofrecerá datos relativos a calidad del agua, meteorología, sedimentos y material de los fondos.
Hacia datos desconocidos
Hemos asumido hace mucho la normalidad de estar tan geolocalizados y cartografiados a través de Google Maps y Google Earth, dos tecnologías que cambiaron nuestra concepción de viaje y de lugar. La revolución digital continúa trastocando muchas coordenadas que antes, hace muy poco, significaban otra cosa. Pero seguimos sin ser conscientes de lo poco que sabemos sobre toda esa agua que nos rodea.
“Este proyecto es importante para conocer mejor nuestro planeta y entender sus dinámicas. También para cuidar nuestro medio ambiente y no seguir haciendo extracciones sin conocimiento”, dice Jiménez, quien decidió denominar ICTYS a este proyecto como una adaptación de la palabra griega que denomina al pez, ya que define muy bien el dispositivo que están construyendo: un barco que pueda desplazarse de manera natural en el agua, sin dificultades ni injerencias.
El objetivo final es crear una base de datos colaborativa del medio hídrico (marino y fluvial) a partir de una plataforma para la recogida de datos y con una construcción al alcance del mayor número de interesados posible. “Las aplicaciones del proyecto pueden ser muchas. Desde el área de protección de la naturaleza de DGA, el Instituto Pirenaico, la CHE y muchas instituciones que necesitan tomas de datos en ríos y embalses” dice Manuel Rosel, coordinador de producción de la Convocatoria Abierta de Permanente de residencias artísticas de Etopia.
La idea del equipo de ICTYS es conseguir todos los datos que se proponen de la manera más eficiente posible, ahorrando costes. Una vez conseguidos, estarán a disposición pública. En principio, la primera prueba sería en el Pozo de San Lázaro, la misteriosa sima que se encuentra entre las dos arcadas más septentrionales del Puente de Piedra de Zaragoza, en el río Ebro. Es un buen debut para el barco, ya que existen muchos mitos en torno a este pozo: que no tiene fondo, que desemboca en el mar, que llega hasta Tortosa. Ya veremos de qué manera la ciencia y el mito se encuentran en estas desconocidas profundidades.