Fue en una charla, durante el concurso “Robotics for Good” en Dubai , cuando se encendió la chispa. Ingenieros que habían participado en los trabajos de rescate y reconstrucción tras el terremoto de Nepal de 2015 explicaron la dificultad de trabajar en terrenos catastróficos y la importancia de tener cartografía fiable en un tiempo corto: cuando el terreno ha cambiado, lo más fiable es trabajar con un mapa de papel en la pared e ir señalando en él los nuevos elementos y rutas.
José Luis Berrocal, que estuvo en aquella conferencia, se puso a pensar en la idea: existían soluciones de software acabadas para hacer ese trabajo de mapeado, pero muy caras para este tipo de usos no comerciales por parte, por ejemplo, de una ONG. ¿Podría hacerse de una forma más sencilla, barata y usando software libre? Fue así como nació Drone Map, uno de los proyectos de la primera convocatoria CESAR, gracias a la cual se desarrolló la primera fase de este proyecto en los laboratorios CESAR de Etopia.
Fieles a la filosofía Maker y al hazlo tú mismo, los participantes construyeron desde cero un drone, comprando y ensamblando las piezas. Construyeron el controlador con ArduPilot, un hardware libre basado en Arduino, y desarrollaron un software que permitiera procesar las fotografías tomadas desde el avión por fotogrametría: una técnica que permite interpretar, a partir de fotografías en dos dimensiones, elementos tridimensionales en el terreno, tales como desniveles, arboles, objetos…
Este proceso de aprender haciendo les llevó a poder realizar las primeras pruebas con este avión, y también con el DJI Phanton 3 Pro, un drone comprado por los Laboratorios CESAR para el proyecto Drones y Mazmorras. También liberaron los sets de fotografías tomadas en sus misiones de prueba, para que cualquiera pudiera experimentar con ellas. Colaboraron, además, con otros grupos de la ciudad interesados en el mapeado y el conocimiento abierto, como el Grupo de Mapeo Colaborativo de Zaragoza Activa.
Y entonces llegó la prueba de fuego. A principios de abril de 2017, el desbordamiento de varios ríos en Mocoa, Colombia, dejaba esta región convertida en zona catastrófica. Había que empezar los trabajos de rescate, y como ocurrió en Nepal y en cualquier zona afectada por catástrofes naturales, los mapas existentes habían dejado de ser válidos. Alertados a través de foros de Open Street Map, los zaragozanos que levaban meses trabajados en Drone Map pusieron sus conocimientos, el software desarrollado y el servidor a disposición de la comunidad que ya estaba trabajando en crear nuevas cartografías de la zona.
“Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que era muy diferente trabajar con pruebas que en una situación real, en la que no controlas todas las variables”, explica Berrocal. Fotografías de fuentes diferentes, sets de imágenes muy grandes, lentitud de procesado… “Nos dimos cuenta de que para que el sistema fuera útil en una situación real había que mejorar muchas cosas”.
Es así como surge la propuesta de Drone Map II, una de las seleccionadas en la II Convocatoria CESAR de proyectos ciudadanos. “El objetivo es mejorar la capacidad del servidor y los procesos de envío, aumentar el tiempo de vuelo y la autonomía, usando un avión de tipo ala fija en lugar del drone, mejorar la precisión de los resultados, trabajar en las correcciones y el calibrado de las lentes…”, explican desde el grupo promotor. Y seguir investigado para estar preparados la próxima vez que sea posible intervenir para ayudar en una catástrofe.