El hidrocentrismo que necesitamos llegará con afectividad fluvial

2 de enero de 2024
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Laureano Debat

Zaragoza con Etopia, Lleida con La Panera y la Escuela Politécnica Superior y Barcelona con Homesession juntan fuerzas y comparten escenarios, para una iniciativa que busca un cambio esencial en nuestra relación con los ríos. Afectividad fluvial es un proyecto en torno al cual los artistas Carlos Monleón y Asunción Molinos investigan sobre los ríos que dan vida estas ciudades (Ebro, Segre y Llobregat), analizando aspectos vinculados con el uso agrícola del agua, estudiando los diferentes tipos de regadíos y de suelos, diseñando intervenciones artísticas relacionadas con la hidrología y las dinámicas fluviales.  Todo bajo un concepto que abandona la lógica extractivista y que recupera al río como parte fundamental de la vida humana desde enfoques multidisciplinares que integran conocimientos artísticos, científicos y saberes de cada comunidad.

“Yo utilizo las tecnologías emergentes y las promesas que vienen con ellas, sobre todo el Web3 y el blockchain, para trabajar la gestión del agua desde otras perspectivas apartadas de la lógica del mercado que la convierte en un recurso especulativo”, dice Carlos Monleón, quien prepara para enero de 2024 en Barcelona una instalación sonora en la que se representarán los diferentes ciclos vitales del río y todos los agentes que intervienen en su respiración: árboles, microorganismos, bacterias y algas. Esta instalación, en la que ha participado el responsable del laboratorio de sonido Santiago Latorre, también llegará a Lleida en febrero en el marco de una exposición colectiva, junto con otra obra más pequeña enfocada en la influencia de la agricultura en la salud de los ríos.

Carlos Monleón trabaja junto con Rosa Gil, quien pertenece a la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Lleida y que presenta un perfil científico mixto muy acorde con la tónica de este proyecto: es física, tiene un doctorado en informática y un posgrado en psicología. Juntos han generado diferentes modelos digitales que permiten visualizar el intercambio de agua y de contaminantes entre los diferentes agentes que intervienen en el territorio, poniendo en relieve la salud del río frente a la extracción de recursos. “Estamos trabajando con un software de videojuegos que nos permite crear visualizaciones muy sencillas, comparadas con las que utilizan los científicos que son muy complejas. Y se pueden ver intervenciones de diferente tipo: implementar filtros verdes en las parcelas o aumentar la extensión de bosques de ribera, por ejemplo. Todo eso nos muestra cómo afectaría a los valores de contaminación o de caudales de los ríos. La idea es que no solo sea una representación sino que, además, te permita generar simulaciones”, dice Monleón.

Para la primavera de 2024 y dentro del programa Art Echo, el artista prepara para Etopia una exposición con la tecnología del blockchain, centralizada en cómo este tipo de economía puede aportar a entender los ciclos vitales de los ríos, de manera tal de aprovechar su flexibilidad y su programabilidad. “Todo desde una perspectiva hidrocentrista: en vez de poner al humano como el que tiene que gestionar los recursos del río, que sea el río quien demuestre cual es la mejor manera de hacerlo”, dice Rosa Gil.

La investigación de Carlos Monleón se ha incorporado, recientemente, a la convocatoria anual de la Fundación Daniel y Nina Carasso, destinada a poner en común el arte, la ciencia y las problemáticas ciudadanas. Este tramo del proyecto durará hasta finales de 2025 y prevé la incorporación de la artista Asunción Molinos para trabajar con un nuevo enfoque más centrado en las poblaciones de Lleida, Zaragoza y Barcelona y generar nuevos modelos conceptuales sobre los ríos y los cuerpos de agua.

“Tiene que haber una relación de simbiosis. Igual que tenemos en nuestro intestino muchos bichitos que sin ellos no podríamos digerir muchas cosas y lo pasaríamos realmente mal, aquí es igual. Necesitamos que la salud del río sea buena y tenemos que ayudar a eso, porque es la única manera de que podamos sobrevivir. Hay que tomar consciencia de que los recursos no son infinitos y tenemos que conseguir que eso se vea”, dice Rosa Gil refiriéndose a qué tiene que cambiar en nuestra cultura para que empiece a consolidarse el paradigma que propone Afectividad fluvial: que la gente conciba al río como su hábitat y no como una materia prima. Carlos Monleón, por su parte, dice que es necesario reconectar con las fuentes de vida: “Si el agua no se cuida y no se establece una relación más respetuosa con ella, la carga tóxica que se deposita sobre los ríos nos va a recorrer y va a llegar a nosotros. Los cuerpos de agua son el sistema circulatorio del planeta y si están contaminados, la contaminación llegará a todas partes”.

Mientras el planeta cada vez consume más agua de manera privada y pública, en usos industriales y agrícolas, los efectos del cambio climático han provocado su progresiva escasez, agravada por el aumento de la contaminación. Todo un conglomerado de acciones con efectos tan nocivos para la biodiversidad y los ecosistemas que nos obliga a replantearnos lo que hacemos en los ríos. Y, para esto, la interpretación artística de sus usos con el necesario componente científico configura un abordaje híbrido que busca la creación de una nueva cultura en la que la afectividad fluvial sea determinante.

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