Entrevista: David Jiménez García

31 de octubre de 2022
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“La guerra de Ucrania es la que más de cerca
se ha cubierto a través de redes sociales”

On Topic ha celebrado este mes de octubre sus cinco años ofreciendo una mirada global a las grandes tendencias en comunicación en el ecosistema digital, y lo ha hecho con una sesión muy especial que contó con la participación de Mario Vidal, jefe de Innovación de El Español; Natalia Sara, experta en comunicación de crisis, y David Jiménez, exdirector de El Mundo y corresponsal de guerra, quien cubrió conflictos como los de Afganistán, Cachemira o Timor Oriental, y ha sido enviado especial en más de 30 países. Con él nos detuvimos para profundizar en la evolución del papel de los reporteros en conflictos bélicos, y sus desafíos en el actual contexto tecnológico y de multiplicación de canales y actores.

– ¿Cómo ha cambiado el trabajo del corresponsal de guerra desde que iniciaste tu carrera?

– Han cambiado muchas cosas, para empezar los tiempos, antes no esperaban una crónica inmediata nada más ocurrir las cosas, ahora los corresponsales compiten con las prisas, con las redes sociales y con la inmediatez, y eso ha estresado mucho el trabajo del corresponsal. A su vez, sobre todo los medios que no dan el tiempo suficiente o que juegan a esas prisas, dan pocas opciones al corresponsal de profundizar en las historias que está contando,  y esto incide en la calidad de la información.

– En su intervención hizo hincapié en ese momento concreto y crucial del periodismo, del paso de hacer crónicas para el medio en papel a hacer crónicas para Internet.

– Al principio los corresponsales, sobre todo con cierta veteranía, veían Internet como una amenaza más que como una oportunidad. Y llega un momento en que las webs de los diarios crecen tanto en audiencia como en influencia, y ahí se produce un giro. Ahí me di cuenta de la oportunidad de llegar a otros países, a audiencias nuevas, a gente más joven…Y ver esa oportunidad me llevó a trabajar también pensando en otros formatos, audio, vídeo…, y el trabajo del corresponsal se transformó, pasabas simplemente por preocuparte por una crónica escrita para la que tenías mucho tiempo para escribir, a estar en un trabajo que era mucho más parecido al de las agencias, en la que estás constantemente intentado alimentar esa actualidad.

– Curiosamente, cuando pasas a dirigir el diario El Mundo, eres reticente a enviar corresponsales a las guerras.

– Sí, me costaba especialmente enviar reporteros a los conflictos, eso a mis compañeros les extrañaba por mi experiencia, y lo que se escondía detrás era precisamente ésa experiencia,  es decir, el conocer los peligros y conocer cómo se había transformado el trabajo del corresponsal sobre el terreno, habíamos dejado de ser visto como neutrales a ser vistos como objetivos. Y eso hizo que en guerras como Siria o Irak compañeros estuvieron siendo secuestrados y otros también asesinados, muchas veces en asesinados selectivos precisamente por ser periodistas.

– En Ucrania hemos visto de manera especial el uso de las redes sociales y personales de los corresponsales.

– La guerra de Ucrania es la que más de cerca se ha cubierto a través de redes sociales,  estamos viendo fotos del conflicto tomadas por soldados, periodistas, ciudadanos…, que nunca habíamos tenido con esa cercanía. Es verdad que muchos de estos reporteros han creado sus redes sociales y ellos mismos son un medio de comunicación. Mikel Ayestaran es un gran ejemplo de una persona que utiliza muy bien las redes sociales y está constantemente alimentando de información a sus seguidores, y eso permite que uno puede hacerse una lista de reporteros sobre el terreno, y ya no se tiene que limitar a seguir la guerra solo por radio o televisión.

– También hemos visto la guerra desde dentro contada por los propios ucranianos ¿qué aporta al relato?

– Los primeros en vivir una noticia en una guerra son los propios civiles. Cuando los periodistas entran en Bucha donde se ha producido una masacre por parte de las tropas rusas las primeras imágenes las tienen los ciudadanos rusos. Los soldados rusos, una de las cosas que hicieron antes de marcharse fue intentar quitar los teléfonos a los civiles o intentar borrar el contenido para que no se viera todo lo que habían hecho. Y eso, bien utilizado, contrastado y verificado -hay que recordar que mucho de este material se utiliza por diferentes bandos para manipular y tiene que ser cogido con mucho cuidado-, pero puede ser muy útil para los medios y reporteros para relatar lo que ha ocurrido.

– Es un firme defensor de que “el buen periodismo puede parar o acortar una guerra”.

– En la historia, aunque parezca muy optimista, conocemos casos en los que el periodismo y el haber tenido testigos del horror ha contribuido a detenerlas. Esto ocurrió en Vietnam, donde los reporteros fueron decisivos para cambiar la opinión pública estadounidense y volverla en contra del conflicto. Algo parecido sucedió en Yugoslavia, donde también la manera en la que muchos compañeros relataron las masacres y el genocidio contribuyó a que los políticos reaccionaran e intentaran detener ese conflicto. Es verdad que no siempre es así, que el trabajo no siempre tiene ese impacto, pero creo que hay que pensar en esa situación de si no hubiera testigos en lugares como Ucrania ¿qué abusos no se estarían cometiendo más allá de lo que ya estamos viendo? Por eso es fundamental que siga habiendo reporteros y reporteras dispuestos a ponerse en riesgo para aportar un poco de luz en esos rincones oscuros de la condición humana.

– En el actual contexto ¿es ahora más fácil hacer propaganda o desinformar?

– Los propagandistas nunca han tenido más herramientas y mejores para difundir la mentira, la manipulación, la propaganda. También los que quieren hacer buen periodismo tienen esas herramientas para hacer buen periodismo. El problema es que muchas veces la gente comparte más las fake news o contenidos que provocan emociones o que, digamos que están corroborando lo que ellos piensan, que las noticias más asépticas o rigurosas. El periodismo ahí tiene una gran encrucijada, cómo llevar el mejor periodismo y más serio al mayor número de gente y contrarrestar la difusión de propaganda y la manipulación.

– ¿Qué cuenta en ‘El Corresponsal’, su último libro?

– Es un libro que ayuda a conocer la vida íntima de los reporteros de guerra, un modo de vida que está muy aferrado a la aventura, a conocer su cómo es su vida personal, sus amistades, sus amores, sus regresos, sus triunfos y fracasos… Todo contado en un país fascinante como es Birmania y en una revolución que cubrí en 2007 y que me dejó marcado por muchas razones. Una de ellas fue que uno de los protagonistas de mi libro fue asesinado a pocos metros de donde yo me encontraba, y porque fui testigo de cómo esa revolución terminó en una terrible masacre por parte de los soldados birmanos. Dentro de ese drama he construido un relato de un grupo de reporteros, que viven todo con una intensidad especial, precisamente porque no saben si al día siguiente estarán vivos.

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