¿Cómo estrechar la brecha que existe entre la música acústica y la música digital? ¿Cómo sería un lenguaje que articulara las peculiaridades de la música digital, como el tempo variable, la multidireccionalidad y las estructuras no lineales? ¿Cuál sería su representación gráfica?
Todas estas preguntas habían estado trabajando “en segundo plano” en el pensamiento de Kara-Lis Coverdale, artista canadiense residente del programa FUGA en Etopia. Tenía claro que las partituras tradicionales no funcionan para hacer esa traducción, y por eso, es necesario un sistema de notación que tienda puentes entre dos formas musicales entre las que ella misma se mueve libremente pero que muchos músicos –los de formación clásica y los que trabajan puramente en digital- entienden de forma separada y, a veces, problemática.
Coverdale, en cambio, se mueve entre esos dos campos, a veces sin demasiada distinción. Se siente tan cómoda con lo digital como con lo acústico, aunque a nivel teórico le guste reflexionar sobre las diferencias entre lo “tangible” de los cuerpos resonantes –los instrumentos acústicos- y lo “intangible”, la abstracción del código en la música digital. Kara Lis, con una dilatada carrera, es compositora, musicóloga e intérprete; es conocida igualmente por su trabajo con el piano, el órgano y el teclado como por sus trabajos electrónicos. Esta residencia, explica, ha tenido para ella una “naturaleza tectónica” que le ha permitido sentarse a reflexionar y trabajar simultáneamente en esas capas que se superponen en su trabajo.
La quietud y el aislamiento que le ha proporcionado esta residencia en Etopia –“que tiene algo de nave espacial”- respecto a su agitada vida cotidiana le ha proporcionado la quietud que necesitaba para arrancar este ambicioso proyecto. Durante estos meses Etopia ha sido su “nave nodriza”, y aunque no ha dejado de viajar para atender a sus compromisos con festivales y conciertos, ha sido el momento perfecto para abordar el trabajo en este nuevo sistema de notación musical, completamente diferente del tradicional basado en el pentagrama, utilizando rejillas, estructuras gráficas y con el círculo como forma básica para la trascripción de los sonidos.
“Un sistema de notación es algo muy determinista. Muy jerárquico y que de alguna manera determina el comportamiento. Por eso, tienes que ser muy ético cuando trabajas en él. Cuando llegué a la solución de la rejilla y el círculo, me di cuenta de que era una forma ética, inclusiva y no problemática culturalmente: todo el mundo se siente cómodo con esta representación”, explica Kara-Lis. “Cuando estudias el círculo, te das cuenta de que tiene su propia matemática, su propia lógica y proporciones internas, y cuando mapeas la frecuencia, o el tiempo, y lo ordenas en círculos, te das cuenta de que… ya estás allí”.
Este trabajo, que se plantea llamar “holo-notación” está en una fase inicial, aunque Coverdale ya pudo mostrar algunos de sus avances en una conferencia-audición en Etopia, con la que cerró su estancia en Zaragoza. Un periodo de residencia que se le ha hecho “corto” pero en el que ha trabajado intensamente en el encargo que ha recibido de la Winnipeg Symphony Orchestra; no han faltado colaboraciones con músicos locales –como Alberto Bernal, profesor del CSMA, con el que estuvo trabajando durante unas semanas en análisis de repertorio- y con tiempo para grabar, en el Laboratorio de Sonido de Etopia, algunas piezas de lo que será su próximo álbum completo tras su último trabajo propio, “Aftertouches” (2015) y que verá la luz el próximo año.
Fotografía de portada: Pedro Anguila
Fotografías de detalle: Kara-Lis Coverdale